Los momentos buenos que pasamos juntos cruzaron por mi mente mientras veía tu partida, conteniendo el impulso de arrebatarte de los brazos a los que te entregué.
Desde que llegaste a mí, mantuve la idea de que no sería por siempre y, de esta manera, no encariñarme del todo.
Pero días antes de que llegara este momento, cuando era un hecho que nos separaríamos, comencé a sentir tu ausencia por lo mucho que hicimos juntos; por todo lo que llevarías contigo, en tu memoria.
Fue casi una semana de noches que no resultó fácil dormir. Por el debate interno que mantuve con las dos únicas posiciones: dejarte ir o quedarme contigo, con el riesgo que esto significaba.
Y ya lo ves, ahora no estás aquí.
Han pasado más de tres semanas y aún te extraño pues, aunque no parece, te llevaste una gran parte de mi vida que no será fácil recuperar.
Casi tres años, más otros retazos de mi pasado son los que te dí.
Y así como te dí, me queda claro que también te quité.
Asumo toda la culpa del estado en que quedaste; deteriorado sin lugar a dudas, difícil de curar.
Eso sí, te repondrás, estoy seguro. Si no al cien por ciento, sí en gran medida.
Sé que alguien ya te espera; alguien al que harás feliz. No me atrevo a predecir si serás correspondida… si te valorará igual o más que yo.
Pero tengo la certeza de que estarás bien. Lo sé porque conozco a la persona con quien en breve te juntarás.
Por mi parte, al paso del tiempo me olvidaré de ti. Está en mi naturaleza. Ya me ha pasado antes.
No quiero decir que te cambiaré por otra, pero es así.
Precisamente, mientras te escribo esto, comienzo una nueva vida a lado de otra.
Sí, fueron casi tres años los que compartimos…
Ahora, mientras que tú ayudarás a mi sobrino con sus tareas de la secundaria, y haces todo lo que pida, que esté a tu alcance, yo me apoyo en esta nueva lap.
Adiós Ibook. Bienvenida BenQ.
domingo, 11 de octubre de 2009
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