Para escribir nuevamente, hace falta regresar a los orígenes...
Me sorprendo de mi incapacidad para vaciar mi cerebro a través del teclado, que vuelve a fabricar historias mórbidas que merecen ser leídas.
Ya recuperé el tiempo que, según yo, hacía falta para destramparme como años atrás era; el tiempo que se necesita para lograr un orgasmo cerebral; el tiempo suficiente para describir mi última chaqueta mental...
¡Y ahora resulta que no puedo porque no sé cómo! tsssssss, ¡puras fallas conmigo!
Más cagado: quiero enseñar a otros a masturbar su cerebro para plasmar la experiencia en letras, jua jua, cuando no he podido hacerlo una vez más.
Frustado por no poder coordinar las ideas, me doy cuenta de que necesito comenzar de la misma manera que lo hice la primera vez:
Primero, no preocuparme porque las líneas estén mal redactadas y el lenguaje sea pobre. al detenerme en este tipo de detalles pierdo el control de la puñeta que, en ese momento, es más importante.
Segundo, escribir en cualquier parte los orgasmos eventuales que deleitan mi tatema pues, de no hacerlo, mi problema de memoria hará de las suyas, impidiendo que pueda recrear más adelante esa sensación que capturó mi mente.
Tercero, escribir escribir escribir... una línea al día, por lo menos, como me aconsejara un día el pendejo que escribió un diario.
y debo tener en cuenta que no hay nada como las chaquetas mentales... el placer que dan es infinito y merecen conservarse en algún lugar...
viernes, 16 de enero de 2009
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