viernes, 18 de abril de 2008

Pequeño cuento para antes de dormir

No era el calor lo que tenía inquieto a Sergio en su lado del colchón.
Tampoco lo era la repentina cruda, producto de las tres canastillas que tomó desde el mediodía hasta las 6 de la tarde en que calló dormido todo ebrio.
Y menos la ansiedad de porquería blanca que desde semanas atrás su cuerpo le pedía para recordar viejos tiempos.
En la otra mitad de la cama, Ana fingía su sueño. No sabía si Sergio estaba de buenas o de malas y mejor disimular a iniciar la posible discusión.
Incluso fingió un sueño profundo cuando Sergio tomó el control para prender el televisor.
Pero ni la tele calmaba a Sergio, quien iba de uno a otro canal, sin ver en realidad la pantalla pues su ojos buscaban en el techo otra imagen.
Ana quería volverse para ver a Sergio y observarlo con los ojos entrecerrados, pero no lo hizo ni siquiera cuando Sergio le preguntó si dormía.
Finalmente, Sergio dejó el control y en la tele la repetición de algún partido de fútbol.
Se sentó al borde de la cama, se puso de pie, volvió a sentarse y pararse como si hiciera sentadillas.
Se quitó la playera y la uso para limpiar el sudor de la cara.
Se quitó el calzón y caminó al baño para dejar caer algo de agua en todo su cuerpo.
Regresó mojado y tomó el control.
Ana se mantuvo en su "pesado sueño" a pesar de que Sergio le tocaba el hombro preguntando si de veras dormía.
Con el control inició el recorrido de canales, pero pronto lo detuvo en uno que mostraba imágenes de una mujer embarazada haciendo ejercicios con una pelota.
Miró al techo y luego a su pareja, como buscando el vientre de ella.
La tele mostraba a una mujer feliz. La cama a dos personas cabilando a su manera.
Sergio tocó de nueva cuenta el hombro de Ana y de ahí paso la mano hasta el vientre.
Ana conservó su postura y agregó una respiración profunda para darle más veracidad al sueño.
Sergio quitó la mano para jugar con el control.
Canal tras canal, sólo lo detenía cuando alguna imagen mostraba a un niño o un cachorro o alguna mujer con cara de madre.
Pero tras una pausa continuaba con el cambio hasta regresar al canal donde la mujer embarazada hacía ejercicios. Ahora recostada sobre una alfombra.
Ana comenzó a sentir la sensación de orinar y se incomodó.
Movió las piernas para quedar en posición fetal, con la intención de aguantar aquellas ganas. Aún le daba la espalda a él.
Sergio utilizó el control pero ahora oprimía los números que lo llevaban a canales donde aparecían caricaturas.
Momentos después oprimió dos números que llevaron a la tele a un progrma donde una especie de ave le deba la comida en el pico a sus crías, mientras otro cuidaba el nido.
Sergio sudaba nuevamente, pero antes de ir a la regadera a empaparse, cambió al canal donde la mujer embarazada continuaba con los ejercicios.
Ana aprovechó la ausencia de Sergio para estirarse pues la posición que mantenía ya le molestaba.
Al escuchar que el grifo se cerraba regreso a la misma.
Sergio se sentó en el lado de su cama, pero enseguida se paró, rodeó la cama y se sentó junto a Ana.
Esta vez la movió y empujó para despertarla si en verdad ella dormía.
Ana ya no pudo disimular.
"¿Estás segura?", escuchó de él.
"Estoy segura, ya te lo dije no sé cuántas veces", respondió con la certeza de que esa noche ya no acabaría.
"¿De verdad lo estás?", atinó a musitar Sergio.
Ana se recarga sobre la cabecera, "sí, sí, sí, sí lo estoy Chueco, las veces que me lo preguntes no van a cambiar nada".
Una pausa, uno de esos silencios incómodos. Resignación de Sergio, respira profundo y vuelve a su parte de la cama.
Ana se acomoda, pero de cara a su pareja quien busca una posición que lo haga descansar.
Ella lo acaricia y él encuentra la posición perfecta, dándole la espalda.
Ella lo acaricia.
"¿Cuándo?", escucha ahora.
"No lo sé Chuequito, ¿cuánto tardan una pareja en tener casa, trabajo estable y una posición económica que nos permita quedarme en casa para atender un niño?".
Silencio, ya no tan incómodo pero, maldito silencio piensa ella.
Sergio toma el control y busca el partido repetido de fútbol.
Su mano busca el miembro al que sacude antes de, por fin, quedar dormido.
Ana apaga la tele. Cierra los ojos y se duerme pensando que jamás la obligarán a cambiar pañales...